lunes, abril 06, 2015

Preciosa Oscuridad



Siguiendo un símil idiomático podíamos definir este tebeo como un falso amigo. Ya sabéis, esas palabras de otro idioma a las que por su similitud con una palabra del nuestro les otorgamos un significado similar cuando realmente no tienen nada que ver.
A este cómic le pasa lo mismo. Cuando ojeamos el tebeo, su portada, su dibujo nos hacen pensar en un dulce tebeo para niños, pero la sorpresa no es minúscula, cuando una vez en casa, procedemos a su lectura y nos damos cuenta de que esta historia no tiene nada de infantil. Pero nada de nada.

Un tebeo de contrastes. Toda la obra es un constante enfrentamiento para nuestros sentidos. Nuestra visión nos dice una cosa, pero lo que leemos nos lleva por otro camino.
Cuando conocemos a los protagonistas de nuestra historia, unos pequeños seres, mitad niños, mitad fábulas, muy cercanos a criaturas de cuentos, nos hacen pensar en eso mismo, un cuento para niños. De inmediato, nos damos cuenta de que esos seres, salen del cuerpo inerte y en descomposición de una niña que suponemos real. Primer aviso de que esto no es lo que parece.


Seguimos la lectura, con referentes como Tim Burton y Alicia muy presentes y llega la segunda bofetada. Nuestros pequeños protagonistas, a priori angelicales, resultan tener más de demonios y esa referencia de Alicia se va tornando hacía la novela El señor de las moscas. Todos ellos buscan su supervivencia y para ellos no dudaran en hacer todo lo posible para conseguirlo. Robarán, matarán, serán crueles, egoístas...


El guión que nos propone Fabien Vehlmann, uno de esos guionistas cuyas propuestas siempre hay que tener en cuenta, es una soplo de aire fresco dentro del género de la fantasía. Parco en informaciones, todo en el relato es un misterio. No sabemos quiénes son esos seres y no sabemos por qué salen de la niña muerta (quizá es la esencia misma de la niña?) y el guionista no hace nada por solucionar esta duda. No es su intención. Todo su esfuerzo reside en despertar el lado más morbosos de lector, de enfrentarlo a lo previsible.

Pero si el truco funciona a la perfección, es sin duda, gracias a la labor gráfica que realiza Kerascoët (nombre bajo el que se oculta la pareja creativa de Cosset y Pommepuy, más conocidos en nuestro país por su trabajo en Miss Pas Touche) que saben dotar al dibujo de la dulzura necesaria para que el guión de Vehlmann sea todavía más lacerante. Con un extraordinario uso del color directo, me atrevería a decir que casi hipnótico, cada página es una verdadera delicia visual, recreándose en preciosos fondos llenos de pequeños detalles, con escenas de gran belleza, mientras que la historia transcurre por derroteros de una crueldad inaudita.

Un tebeo sorprendente, que pese al envoltorio es absolutamente una lectura adulta y que juega con nuestra querencia natural por el misterio y lo morboso.

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