jueves, julio 21, 2011

Quai D'orsay: Crónicas diplomáticas




La familia se ha ido de vacaciones con todo el dinero. Solo tenemos para comprar un tebeo. Sin duda, Quai D'orsay tiene que ser el elegido.

Maravillado. Simplemente maravillado. La última propuesta del señor Blain, padre de piratas y vaqueros, me ha dejado en ese estado de plena satisfacción comiquera, solo alcanzable después de leer una obra redonda en todos sus aspectos.


Se podría decir que Quai D'Orsay es la historia de un discurso. Con este adelanto, la cosa no prometía mucho. Claro, la baza de Blain siempre es un seguro en la parte gráfica, ¿pero qué podríamos sacar de esta historia sumergida en la política francesa?

El Quai D'Orsay del título es la ubicación del Ministerio de Asuntos Exteriores francés. La historia que Blain nos propone, no es otra que la de un joven escritor, Arthur Vlaminck, que entra a trabajar dentro del gabinete con el fin de redactar los discursos del ministro Taillard de Worms. Este personaje, un torbellino emocional, verdadero alma y motor de la historia es todo lo que necesita el señor Blain para llevarnos por las paginas de este libro sin poner los pies en el suelo.

Por supuesto, a poco que conozcamos la política francesa, podremos reconocer la equivalencia en el mundo real de este supuesto Taillard de Worm, con el verdadero ministro Dominique de Villepin, conocido por su pasión por los discursos sostenidos y repletos de matices lingüísticos.


Aún partiendo de una base real, no en vano el Abel Lanzac de los créditos fue un miembro del gabinete de Villepin, toda la historia está novelada, algo que aprovecha a la perfección Blain para dar el ritmo necesario al relato y que no nos muramos de aburrimiento perdidos entre intrigas políticas. Aquí no hay grandes escenas de acción, ni persecuciones a caballo, pero cada vez que el Taillard de Worms entra en escena, todo se acelera, la tensión sube y el equilibrio entre la genialidad y lo absurdo del personaje nunca nos permite saber cual será el desenlace.


Quai D'Orsay se presenta como la gran sorpresa de la temporada. Un álbum lleno de humor, con unos diálogos perfectos, extremadamente bien narrado y dibujado (con un Taillard de Worms 100% Semperiano), que sin duda atraerá a todos los aficionados al mundo político, pero que sobre todo atraerá a todos los amantes de una buena lectura dispuestos a reírse de principio a fin.

Una pena que Norma no haya apostado por el formato de álbum europeo a gran tamaño y nos saque una edición un tanto encogida con relación al original, porque este es uno de esos tebeos que merecen disfrutarse en todo su esplendor. Una verdadera pena.

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