miércoles, diciembre 01, 2010

Charlando con: M: Bokko



China, en el periodo de los siete reinos. Un ejército de más de diez mil combatientes procedente del reino de Zhao se dispone a atacar la ciudad fronteriza de Liang (en el vecino reino de Yao) de apenas cuatro mil habitantes (incluidos niños y mujeres), en su mayoría campesinos y gente humilde sin formación militar. Fruto de la desesperación, los dirigentes de Liang no dudan en realizar una petición urgente de auxilio a los Mo Zhe, como su única oportunidad de no salir mal parados en un choque tan desigual.

Los Mo Zhe son una orden religiosa parte monje y parte guerrera, consumados especialistas en técnicas de combate de naturaleza estrictamente defensiva, limitándose en particular a la defensa de la población de aquellas ciudades injustamente sometidas al abuso por medio de asedio. Desempeñan a la perfección esta misión de un modo altruista y abnegado, aún a riesgo de sus propias vidas, lo cual les ha hecho ganarse una fama de terribles oponentes.

La ayuda de los Mo Zhe acaba llegando, sí, pero para sorpresa de Liang, en forma de un único hombre. ¿Quién es? ¿Por qué llega solo? ¿Podrá hacerse cargo de una tarea que parece imposible, aún con la oposición a sus decisiones de los dirigentes de la ciudad?

Este comic nació de una recomendación (gracias, Melo). Tan pronto conocí la historia por propias palabras de su recomendador y, ante el doble incentivo del argumento y de que la colección (11 tomos) se liquidaba por la editorial a un precio de oferta, corrí a adquirir lo que pensaba era el heredero de la biblia de los mangas medievales (“El lobo solitario y su cachorro”).

Bokko no es ese heredero, pero sí el triunfo del argumento sobre la técnica. Los dibujos no son ninguna maravilla, con una cierta sensación de estatismo. La planificación de páginas parece un tanto amateur: muchas viñetas, en ocasiones mal colocadas dificultando la lectura y con abuso de los primeros planos de cabezas (sí, de cabezas), lo que produce sensación de abigarramiento y reiteración. Hay pocos planos generales como respiro y a la vez recurso a la espectacularidad en la acción pero, cuando los hay, son buenos y se agradecen. No, no compraremos Bokko por el dibujo.Cabezas por doquier

Mas al hablar del argumento, ¡ay amigo!, la cosa cambia. A finales del segundo tomo la obra responde a alguna de las preguntas planteadas en el resumen, pero genera otras más inquietantes. Y aparece uno de los elementos que más ilusionan al aficionado: el enganche. Y a lomos de trepidante guion nos lleva al tercer, al cuarto, al quinto tomo y aún más allá, casi sin respiro, resolviendo desafíos y plantando semillas de nuevos (y mejores) retos, hasta cerrar el círculo de los 11 tomos con un bonito final. Y, en medio, crees recordar que has hecho cosas como comer, dormir o ir al baño. Son los tres días del Bokko.

He dicho que Bokko fue fruto de una recomendación. Con esta nueva recomendación intento no solo agradecer la realizada sino hacerla extensiva a otros. Si lo consigo, me doy por satisfecho.

PD: Bokko me llama desde la estantería. ¿Los tres días del Bokko?

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