miércoles, abril 22, 2009

Las calles de arena


No era tarea fácil. Después del éxito obtenido con una obra como Arrugas, volver al ruedo con otra propuesta en forma de cómic requería un componente de valor y riesgo. Por fortuna para todos, Paco Roca ha sabido afrontar este reto de forma totalmente positiva ofreciéndonos este Las calles de Arena.

Dejando a un lado la temática social de Arrugas, Paco Roca vuelve a la fantasía de sus primeros trabajos, pero dando otro nuevo giro en su trayectoria, nos ofrece una especie de realismo mágico, construyendo una historia repleta de personajes imposibles dentro de una mundo con cimientos reales pero lleno de magia.
Nuestro protagonista, rápidamente definido en las primeras páginas como uno de nosotros, como un lector de cómic, se pierde en las calles de su propia ciudad (que para el caso coge los rasgos de Valencia, ciudad natal del autor) y acaba en un barrio donde nada es normal y donde todo es extraordinario.

Poco a poco, personajes como el señor Rueda y su eterna lista (siempre aspirando a dejar el barrio pese a no conseguirlo jamás), el conde Diógenes (un vampiro obligado a coleccionar retratos debido a carecer de imagen) o Rosendo de los vientos (un aventurero que realiza mapas a escala 1:1 y que es el único que conoce la forma de escapar del barrio) se nos presentan en las páginas del libro, al mismo tiempo que nos damos cuenta de que el viaje de nuestro protagonista es un viaje sin fin. Al fin y al cabo, nadie puede estar por encima de su destino.

Paco Roca nos propone un libro lleno de mil lecturas y al cual volveremos mil y una veces. El mismo autor cita a Borges (y a su libro El libro de arena) como una influencia directa, así como a Kafka, Carroll, etc... y si bien todos estos nombre están presentes, ha sabido llevarlos a su terreno, utilizándolos con maestria, creando una historia propia y con señas de identidad definida.
Por supuesto que el interés narrativo del autor tiene mucho que ver en esto. Una vez más, todo el álbum es un desafío, en el que se busca siempre la apuesta narrativa más arriesgada, nunca dándose por vencido con la opción más fácil. Apoyado en su cada vez más definido estilo gráfico, Paco Roca nos conduce exactamente por donde el quiere, casi como si nos llevara de la mano, a veces dándonos el tiempo necesario para reflexionar o para contemplar viñetas de una gran belleza y otras veces acelerando el ritmo obligándonos a devorar hoja tras hoja sin descanso.

Estaba claro que después de los más de 20.000 ejemplares vendidos de Arrugas, la siguiente obra de Paco Roca iba a sufrir el más duro escrutinio. Como dije al principio, no era tarea fácil, pero el autor valenciano no es un recien llegado a esto del tebeo y lo demuestra entregandonos este tebeo que lo hace más merecedor, si cabe, de la etiqueta de Premio Nacional del Cómic 2008.

Supongo que muchos de los que se lleven este libro buscando una continuación a Arrugas se sentirán un poco perdidos, al igual que el protagonista de la historia, en las primeras páginas, pero no tengo ningún tipo de duda de que en cuanto prosigan con la lectura, pronto encontrarán el camino y la historia los enganchará totalmente borrando de sus mentes cualquier mención a Arrugas.

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